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Nunca ha sido tarea fácil el delimitar un término tan confuso como es la democracia. Desde el viejo parlamentarismo inglés del siglo XIII hasta la actualidad, las sociedades occidentales han ido ampliando sus derechos con el objetivo de alcanzar el ideal democrático de “un hombre, un voto”. El voto censitario fue dando lugar a un voto universal cada más amplio. Poco a poco, miles de ciudadanos iban accediendo al derecho de decidir. No fue una evolución lineal, hubo sus idas y venidas. El proceso aún continúa. Y es que decenas de años después aún no hemos alcanzado ese ideal igualitario.
Las elecciones del pasado domingo vuelven a ser una prueba irrefutable. Los datos demuestran que el sistema electoral canario es el que más se aleja del principio democrático de un hombre un voto. En Canarias, el porcentaje mínimo de votos necesarios para conseguir un diputado es de un 8,2%, el más alto de toda España, en donde la media se sitúa en torno al 3%. A nivel municipal, el límite se sitúa en el 5%. Una barrera que de disminuirse habría dejado paso hasta 6 nuevos partidos políticos en varios municipios del archipiélago.
Las cifras paradigmáticas de este desliz democrático las encontramos en el reparto de votos que se hacen en las islas. En el archipiélago canario el 17% de la población elige al 50% de los diputados. Un voto de un ciudadano de las islas menos pobladas, como el Hierro o La Gomera, tiene el mismo valor que el de 14 ciudadanos de Gran Canaria o Tenerife. La traducción es bien sencilla. En estas elecciones, 120.000 votos de cuatro partidos de izquierda tendrán sólo 3 diputados en el Gobierno canario, mientras que el PSOE, con 190.000, tendrá 15.
El domingo se volvió a repetir la situación de 2007. Entonces, el PSOE fue la fuerza más votada a nivel autonómico, con 330.000 votos, la segunda fuerza fue CC, con 225.000, por lo tanto, más de 100.000 votos menos. Con un tercio más de votos, el PSOE se tuvo que conformar con 26 escaños, mientras que los nacionalistas obtuvieron 19. Gobernó CC en coalición con el PP. En conclusión, el Presidente del Gobierno de Canarias había sido votado por menos del 5% de los habitantes de Gran Canaria, una isla que aglutina cerca del 50% de la población total de la Comunidad Autónoma.
Este año ha vuelto a pasar lo mismo, el PP ha tenido un total de 70.000 votos más que CC, pero ambos tendrán los mismos escaños, 21. Con todas luces será CC quien vuelva a gobernar. Esta vez, el 9% de los grancanarios han votado por Paulino Rivero, un 4% más que en 2007. Estos resultados muestran las reglas caprichosas del régimen electoral, que los jóvenes del 15M luchan por cambiar. Al final, el que se modifique la ley dependerá de los partidos políticos gobernantes, precisamente de aquéllos menos interesados en su reforma.
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