" LOS VIAJES MÁS BELLOS SE HACEN CON LAS ALAS DE LA FANTASÍA
" Gerónimo Stilton, editor jefe de El Eco del Roedor.

jueves, 6 de mayo de 2010

Entrevista: Jorge Verstrynge, ex político y politólogo español

,

“Si hubiese llegado a Presidente, en seis meses habría estado muerto”

Durante la transición política española un muchacho pelirrojo y escuálido recorría titubeante los pasillos del Congreso de los Diputados. Apenas podía ver por encima de los miles de folios y carpetas que cargaban sus endebles brazos casi albinos. Bajo las órdenes de su patrón, Manuel Fraga, el joven aprendiz trataba de buscar una salida honrosa para una izquierda franquista que se reponía de la caída del Régimen. Jorge Verstrynge (Tánger, 1948), secretario general de Alianza Popular entre 1979-1986, dirigió la derecha española con el tesón con el que una madre cría a sus hijos, a pesar de una esquizofrenia ideológica que le empujaba ansiosamente hacia la izquierda. Y es por eso, que la frase que más le repetían era: ¿Qué hace un chico como tú en un sitio como ése?

A pocos metros de su casa, en un barrio aburguesado de Madrid, el ahora Profesor Verstrynge nos espera ojeando la prensa del día. Nos sentamos frente a frente en un bar casi vacío, donde el ruido de un programa rosa se entremezcla con el caer metálico de unas monedas que un joven echa en una máquina tragaperras. El paso de los años no le ha pasado factura en exceso, a sus 61 años se muestra ligero y saludable. Sus 1,80 centímetros de altura están compuestos por una masa corpórea proporcionada, muy lejos de aquellos 53 kilos enfermizos que pesaba cuando Fraga decidió prescindir de él. Más allá de su aspecto físico, el paso del tiempo no ha calmado a este revolucionario de la palabra. Se muestra generoso en sus respuestas, no se muerde la lengua. El discurso anodino de político lo abandonó hace ya tiempo, o quizás nunca tuvo ese don. Jorge Verstrynge se ha ganado con derecho propio su fama de agitador. Y es que él mismo lo reconoce: “Soy un perturbador, los partidos no me limitan lo que tengo que decir, yo digo lo que pienso”.

“Fui fascista por necesidad”

Su infancia no fue fácil. Nació en Tánger en 1948, hijo de padre belga y madre española. Sus primeros años de vida fueron relativamente felices, sin opulencias, pero con el bienestar típico de aquél que vive bajo la burbuja de los europeos colonizadores. Es a partir de 1955 cuando comienzan los movimientos independentistas marroquíes. Jorge Verstrynge, como el resto de su familia, sentía cómo los árabes trataban de expulsarlos de esa tierra que les había dado todo, que consideraban de su propiedad. “Para mí, Marruecos era mi país y un día me quedé sin país”, lamenta el Profesor. Sus inicios fascistas los justifica como una cuestión de supervivencia, de necesidad. “O ellos o nosotros”, pensaría un Verstrynge adolescente. OAS (Organisation de l'Armée Secrète), grupo terrorista francés de extrema derecha, fue el único movimiento que se negó a aceptar el proceso de descolonización, Verstrynge vio en ellos su única esperanza. Si bien, precisa resaltar que él nunca creyó en la extrema derecha, si no en el fascismo: “Yo era fascista, no de extrema derecha”. Se esfuerza en explicar las diferencias entre los fascistas - laicos, socializantes y defensores de elecciones- y la extrema derecha, que “creen en el caudillo por la gracia de Dios”.

En 1965, huérfanos de nación, Verstrynge huye con su madre y su padrastro, un comunista francés, a una España cutre y con olor a rancio. El politólogo todavía recuerda la vergüenza que sentía al ver en revistas francesas cómo los camiones españoles de combate portaban ruedas de madera. También destaca con acritud el asesinato de Julián Grimau: “Me di cuenta de que en España algo iba mal”.

Tras una breve estancia en Francia, Verstrynge regresa a Madrid. Inicia sus estudios universitarios en la subversiva Facultad de Ciencias Políticas, situada por aquel entonces en la calle San Bernardo. Fue una cuestión de oportunismo, ya que su verdadera Facultad, la de filosofías, estaba al frente, pero el aburrimiento que le instigaban las clases de griego y latín hicieron desistir al joven de su primera elección. De todos los profesores que tenía, reparó especialmente en uno, un ex ministro franquista que había sido expulsado del Gobierno por revelarse contra el Opus Dei, Manuel Fraga. “Le tomé afecto, era un buen profesor, aunque ya en clase se notaba que era un déspota”. Poco sospechaba entonces el joven estudiante que su vida estaría irremediablemente ligada a aquel maestro imponente y estricto.

“Llegué a la conclusión de que los ricos se defienden solos”

Mentor y aprendiz, el idilio entre ambos personajes no fue fácil, pero pocos duetos lo son. Verstrynge recuerda esos primeros años de colaboración con cierta nostalgia. El delfín creía en su patrón, veía al político gallego como el Charles de Gaulle que necesitaba aquel país destartalado, al borde del precipicio político y social. Primero fundaron Reforma Democrática, que pretendía ser un partido socialdemócrata, para luego formar una sociedad de partidos al que llamaron Alianza Popular. Esta alianza estuvo integrada por varios políticos franquistas de carácter poco aperturista, como Miguel Herrero o José María Ruiz Gallardón. Verstrynge sabía que aquello era un error, que ese partido nunca llegaría al poder. – ¿Por qué no abandonó el partido entonces? - Verstrynge ironiza: “Porque cuando uno deja embarazado a una señorita le debe acompañar hasta el parto”.

Tras el batacazo de las elecciones de 1977 y el decepcionante resultado de 1979, Jorge Verstrynge se convierte en el Secretario General de Alianza Popular. Comienzan las depuraciones y el Partido se nutre de nuevos valores más progresistas. En 1982, Jorge Verstrynge está a la cabeza de la derecha española, los populares se convierten en el segundo partido más votado del país. Horas y horas pasaba el incansable Secretario General encerrado en su oficina, en una séptima planta de la calle Génova. Su obsesión por hacer de su patrón Presidente le costó caro, su vida personal pasó a un segundo plano: “Trabajé como un negro, a mis dos hijos mayores apenas los vi crecer”. Cuando su cabeza paraba de maquinar estrategias eficaces para su equipo, las dudas le carcomían la conciencia, Verstrynge se volvía loco. De derecha en lo político, pero de izquierdas en lo económico: “Llegué a la conclusión de que los ricos se defienden solos”.

Hasta 1986, Jorge Verstrynge logró capitanear a Alianza Popular casi a su antojo. Renovó a un partido que parecía pudrirse de la misma forma que lo hizo la dictadura. Sin embargo, los contragolpes del ala conservadora de Alianza Popular cada vez eran más difíciles de esquivar. Verstrynge se quedaba sólo, luchaba por un partido por el que casi no creía, por unas ideas que no compartía, la izquierda le llamaba insistentemente. Y Fraga, su patrón, decidió tirarlo por la borda. Verstrynge sabía que jugaba con fuego: “Si alguien cuestionaba el liderazgo a Fraga, se lo comía crudo”. En septiembre de 1986, el líder gallego convocó a la Asamblea del Partido para que ratificara su decisión de expulsar al rebelde Secretario General. La votación fue pública, Fraga quería saber qué votaba cada uno, y es que, el que no estaba de acuerdo con su decisión, no tendría hueco en el grupo.

Tras su expulsión de Alianza Popular, Verstrynge supo que su lugar estaba en la izquierda. Militó en el PSOE pero asegura que rechazó cargos de responsabilidad porque no quería que le consideraran un traidor. Eso sí, nada le salvó de los descalificativos que Fraga le propinó tiempo después. Todo se reduce, según el Profesor, a que “Fraga no entiende la relaciones opuestas”.

“Mi generación no lo hizo bien, porque España no es una democracia

El móvil del politólogo no deja de sonar. Pitido tras pitido. Le felicitan por San Jorge, su santo. Verstrynge lee los mensajes con una media sonrisa, deberá pensar qué demonios se le pasará a la gente por la cabeza cuando congratulan por su santo a un ateo radical como él mismo se confiesa.

Con la distancia los recuerdos sufren transformaciones, nuestra conciencia programa un formateo casi perfecto que sosiega los malos momentos y refuerza aquéllos más dulces. A pesar de su salida poco amable del Partido, Jorge Verstrynge admite sentirse agradecido a la política. “No hay mayor satisfacción que la de servir a tu pueblo”, confiesa con una mirada sincera. Reconoce que son muchos los que le comentan que podría haber llegado a La Moncloa. Él no está tan seguro, ni se imagina qué podría haber ocurrido con un Presidente que roza el comunismo económico. Quizás tenga razón cuando afirma que habría durado poco tiempo con vida. Verstrynge sólo se disculpa por no haber ayudado a hacer de este país lo que él considera una verdadera democracia: “En España el pueblo no pinta nada, la forma de Estado no es sometible a referéndum y lo que es sometible tampoco importa, porque no son vinculantes”. Nadie calla al viejo guerrero.

Hoy en día, Jorge Verstrynge, que dice votar a Izquierda Unida, dedica gran parte de su tiempo a la docencia, en la misma facultad donde una vez fue alumno. Confiesa enriquecerse, nutrirse, de los jóvenes que acuden a sus clases, de esas mentes inquietas e ingenuas que sueñan con cambiar el mundo. Y se lamenta por ellos, por la generación de españoles mejor preparados de la historia, a los que atisba un futuro desesperanzador: “Los jóvenes de ahora van a vivir mucho peor que mis coetáneos”. A Verstrynge le preocupa la crisis, pronostica años de caída en picado, pero ahora son otros los que tienen la responsabilidad de arreglarlo.

Profesor, ¿se arrepiente del algo en la vida?

Pues claro, de miles de cosas. Cuando caminas aprendes cosas, si no sería un imbécil. Yo, de lo que más me arrepiento, es de no haber podido nacionalizar la banca, las carreteras, las grandes superficies y la industria, pero ya sabe, como bien dice mi mujer, me hubieran matado –ríe con picardía-.

 

Membrillo Amarillo Copyright © 2011 -- Template created by O Pregador -- Powered by Blogger Templates