" LOS VIAJES MÁS BELLOS SE HACEN CON LAS ALAS DE LA FANTASÍA
" Gerónimo Stilton, editor jefe de El Eco del Roedor.

lunes, 13 de diciembre de 2010

El Palmar (parte 1ª)

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"La mcdonalización de la cultura es capaz de avanzar más rápido y llegar más lejos que el propio mercado de los MacDonalds. Se puede vivir su espectáculo aunque no se pueda consumir sus hamburguersas". J.R. Fabelo.

(I)

Todo empezó hace décadas en un pueblo andaluz de menos de 1000 habitantes, El Palmar. El Palmar transgredía toda la lógica reinante en los territorios adyacentes. Todos los agraviados por el sistema parlamentario (el existente entonces) huían hacia el pueblo. Los palmeros se organizaban como una polis griega pero sin esclavos. Se constituían asambleas populares cada domingo y los representantes se elegían por sorteo entre los residentes mayores de 18 años, sin posibilidad de reelección. Los representantes distribuían los trabajos y establecían normas de vecindad. Aquéllos que realizaban trabajos voluntarios eran admirados por el pueblo. En El Palmar eran autosuficientes, vivían de sus productos y todas las demás necesidades las adquirían directamente de las fábricas cercanas. No había hipotecas, ni préstamos, ni desalojos, ni multas. En El Palmar todos se ayudaban mutuamente. No era comunismo, no era socialismo, no les interesaba definirse bajo ninguna forma política existente. Era su sistema. Todos eran libres de abandonar el pueblo si se cansaban de él. Pero muy pocos lo hacían.

(II)

Siglo y medio después, los territorios nacionales y los municipios habían desaparecido. Sólo existía la Supranación, gobernada por el grupo de los 10 versados, lo diez hombres más ricos. Los versados reunieron a la población mundial en torno a 10 puntos geográficos. En cada uno de esos puntos, un versado controlaba todo lo que ocurría a su alrededor gracias a un numeroso grupo de fieles que eran recompensados por su lealtad. Al principio de la Supranación, las cosas no fueron fáciles. Se necesitó mucha represión y sangre para adiestrar a las masas. Pero pronto todo cambió. Los versados dieron con la fórmula. A cambio de trabajo y fidelidad del pueblo, el Gobierno supranacional satisfacía todas las necesidades de ocio de sus habitantes. Funcionó.

Inspirados por esa sociedad del espectáculo descrita por Guy Debord dos siglos atrás, el grupo de los 10 versados logró que todo lo vivido por aquellas masas no fuera más que una representación. El reinado autocrático de la economía del ocio y el espectáculo llegó a estamentos desconocidos. Se hicieron dueños, no sólo de la percepción de los hechos presentes, sino que se convirtieron en amos absolutos de los recuerdos y de los proyectos de futuro de todos los habitantes de la Supranación. El Gobierno, con una sutileza admirable, imponía a las masas cómo y qué consumir en su tiempo de ocio. Lo cierto es que fue tremendamente efectivo, ya que los habitantes estaban convencidos de la libertad de sus acciones y decisiones.

La dominación de lo espectacular comenzó con hacer desaparecer el conocimiento histórico y la práctica totalidad de las informaciones. En cada punto geográfico crearon las Mass Offices, presididas por los propios versados. Estos ministerios empezaron por organizar un estado de coma generalizado, sustituyendo la palabra por las imágenes. La alineación de los trabajadores, que ya existía desde el siglo XVIII, abarcó entonces toda la existencia humana, incluido el tiempo de ocio. Se extrajo una nueva plusvalía, llamada plusvalía global, que era resultado de sumar a la del trabajador, la colonización del ocio, la banalización de espíritu y una nueva cultura que convirtió al trabajador en un espectador pasivo de su propia enajenación. La vida se convirtió entonces en espectáculo y comenzó a ser vivida a través de la representación de objetos e imágenes.

En pocos años, los habitantes de la Supranación eran partícipes entregados de la sociedad espectacular. Sin embargo, la creencia popular de que todo el Planeta era un sólo bloque, sin desigualdades en las condiciones de existencia, era una falacia más del nuevo régimen. Los únicos depositarios de la verdad eran los 10 versados y sus hombres más allegados. De manera sorprendente, desde la creación de la Supranación no había existido ningún conflicto de poder entre los versados. Pero en pocos años, las desigualdades en las tomas de las decisiones se hicieron más visibles. Los versados de las zonas más fértiles y prolíficas ampliaban sus prerrogativas sobre los otros. Uno de los más afectados siempre fue Jeff Moore, el versado del noveno punto geográfico, aquél que estaba en la zona más yerma y fría de toda la Supranación. Un buen día, Moore, harto de su papel secundario, decidió traicionar al Gobierno de la Supranación.

(III)

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jueves, 6 de mayo de 2010

Entrevista: Jorge Verstrynge, ex político y politólogo español

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“Si hubiese llegado a Presidente, en seis meses habría estado muerto”

Durante la transición política española un muchacho pelirrojo y escuálido recorría titubeante los pasillos del Congreso de los Diputados. Apenas podía ver por encima de los miles de folios y carpetas que cargaban sus endebles brazos casi albinos. Bajo las órdenes de su patrón, Manuel Fraga, el joven aprendiz trataba de buscar una salida honrosa para una izquierda franquista que se reponía de la caída del Régimen. Jorge Verstrynge (Tánger, 1948), secretario general de Alianza Popular entre 1979-1986, dirigió la derecha española con el tesón con el que una madre cría a sus hijos, a pesar de una esquizofrenia ideológica que le empujaba ansiosamente hacia la izquierda. Y es por eso, que la frase que más le repetían era: ¿Qué hace un chico como tú en un sitio como ése?

A pocos metros de su casa, en un barrio aburguesado de Madrid, el ahora Profesor Verstrynge nos espera ojeando la prensa del día. Nos sentamos frente a frente en un bar casi vacío, donde el ruido de un programa rosa se entremezcla con el caer metálico de unas monedas que un joven echa en una máquina tragaperras. El paso de los años no le ha pasado factura en exceso, a sus 61 años se muestra ligero y saludable. Sus 1,80 centímetros de altura están compuestos por una masa corpórea proporcionada, muy lejos de aquellos 53 kilos enfermizos que pesaba cuando Fraga decidió prescindir de él. Más allá de su aspecto físico, el paso del tiempo no ha calmado a este revolucionario de la palabra. Se muestra generoso en sus respuestas, no se muerde la lengua. El discurso anodino de político lo abandonó hace ya tiempo, o quizás nunca tuvo ese don. Jorge Verstrynge se ha ganado con derecho propio su fama de agitador. Y es que él mismo lo reconoce: “Soy un perturbador, los partidos no me limitan lo que tengo que decir, yo digo lo que pienso”.

“Fui fascista por necesidad”

Su infancia no fue fácil. Nació en Tánger en 1948, hijo de padre belga y madre española. Sus primeros años de vida fueron relativamente felices, sin opulencias, pero con el bienestar típico de aquél que vive bajo la burbuja de los europeos colonizadores. Es a partir de 1955 cuando comienzan los movimientos independentistas marroquíes. Jorge Verstrynge, como el resto de su familia, sentía cómo los árabes trataban de expulsarlos de esa tierra que les había dado todo, que consideraban de su propiedad. “Para mí, Marruecos era mi país y un día me quedé sin país”, lamenta el Profesor. Sus inicios fascistas los justifica como una cuestión de supervivencia, de necesidad. “O ellos o nosotros”, pensaría un Verstrynge adolescente. OAS (Organisation de l'Armée Secrète), grupo terrorista francés de extrema derecha, fue el único movimiento que se negó a aceptar el proceso de descolonización, Verstrynge vio en ellos su única esperanza. Si bien, precisa resaltar que él nunca creyó en la extrema derecha, si no en el fascismo: “Yo era fascista, no de extrema derecha”. Se esfuerza en explicar las diferencias entre los fascistas - laicos, socializantes y defensores de elecciones- y la extrema derecha, que “creen en el caudillo por la gracia de Dios”.

En 1965, huérfanos de nación, Verstrynge huye con su madre y su padrastro, un comunista francés, a una España cutre y con olor a rancio. El politólogo todavía recuerda la vergüenza que sentía al ver en revistas francesas cómo los camiones españoles de combate portaban ruedas de madera. También destaca con acritud el asesinato de Julián Grimau: “Me di cuenta de que en España algo iba mal”.

Tras una breve estancia en Francia, Verstrynge regresa a Madrid. Inicia sus estudios universitarios en la subversiva Facultad de Ciencias Políticas, situada por aquel entonces en la calle San Bernardo. Fue una cuestión de oportunismo, ya que su verdadera Facultad, la de filosofías, estaba al frente, pero el aburrimiento que le instigaban las clases de griego y latín hicieron desistir al joven de su primera elección. De todos los profesores que tenía, reparó especialmente en uno, un ex ministro franquista que había sido expulsado del Gobierno por revelarse contra el Opus Dei, Manuel Fraga. “Le tomé afecto, era un buen profesor, aunque ya en clase se notaba que era un déspota”. Poco sospechaba entonces el joven estudiante que su vida estaría irremediablemente ligada a aquel maestro imponente y estricto.

“Llegué a la conclusión de que los ricos se defienden solos”

Mentor y aprendiz, el idilio entre ambos personajes no fue fácil, pero pocos duetos lo son. Verstrynge recuerda esos primeros años de colaboración con cierta nostalgia. El delfín creía en su patrón, veía al político gallego como el Charles de Gaulle que necesitaba aquel país destartalado, al borde del precipicio político y social. Primero fundaron Reforma Democrática, que pretendía ser un partido socialdemócrata, para luego formar una sociedad de partidos al que llamaron Alianza Popular. Esta alianza estuvo integrada por varios políticos franquistas de carácter poco aperturista, como Miguel Herrero o José María Ruiz Gallardón. Verstrynge sabía que aquello era un error, que ese partido nunca llegaría al poder. – ¿Por qué no abandonó el partido entonces? - Verstrynge ironiza: “Porque cuando uno deja embarazado a una señorita le debe acompañar hasta el parto”.

Tras el batacazo de las elecciones de 1977 y el decepcionante resultado de 1979, Jorge Verstrynge se convierte en el Secretario General de Alianza Popular. Comienzan las depuraciones y el Partido se nutre de nuevos valores más progresistas. En 1982, Jorge Verstrynge está a la cabeza de la derecha española, los populares se convierten en el segundo partido más votado del país. Horas y horas pasaba el incansable Secretario General encerrado en su oficina, en una séptima planta de la calle Génova. Su obsesión por hacer de su patrón Presidente le costó caro, su vida personal pasó a un segundo plano: “Trabajé como un negro, a mis dos hijos mayores apenas los vi crecer”. Cuando su cabeza paraba de maquinar estrategias eficaces para su equipo, las dudas le carcomían la conciencia, Verstrynge se volvía loco. De derecha en lo político, pero de izquierdas en lo económico: “Llegué a la conclusión de que los ricos se defienden solos”.

Hasta 1986, Jorge Verstrynge logró capitanear a Alianza Popular casi a su antojo. Renovó a un partido que parecía pudrirse de la misma forma que lo hizo la dictadura. Sin embargo, los contragolpes del ala conservadora de Alianza Popular cada vez eran más difíciles de esquivar. Verstrynge se quedaba sólo, luchaba por un partido por el que casi no creía, por unas ideas que no compartía, la izquierda le llamaba insistentemente. Y Fraga, su patrón, decidió tirarlo por la borda. Verstrynge sabía que jugaba con fuego: “Si alguien cuestionaba el liderazgo a Fraga, se lo comía crudo”. En septiembre de 1986, el líder gallego convocó a la Asamblea del Partido para que ratificara su decisión de expulsar al rebelde Secretario General. La votación fue pública, Fraga quería saber qué votaba cada uno, y es que, el que no estaba de acuerdo con su decisión, no tendría hueco en el grupo.

Tras su expulsión de Alianza Popular, Verstrynge supo que su lugar estaba en la izquierda. Militó en el PSOE pero asegura que rechazó cargos de responsabilidad porque no quería que le consideraran un traidor. Eso sí, nada le salvó de los descalificativos que Fraga le propinó tiempo después. Todo se reduce, según el Profesor, a que “Fraga no entiende la relaciones opuestas”.

“Mi generación no lo hizo bien, porque España no es una democracia

El móvil del politólogo no deja de sonar. Pitido tras pitido. Le felicitan por San Jorge, su santo. Verstrynge lee los mensajes con una media sonrisa, deberá pensar qué demonios se le pasará a la gente por la cabeza cuando congratulan por su santo a un ateo radical como él mismo se confiesa.

Con la distancia los recuerdos sufren transformaciones, nuestra conciencia programa un formateo casi perfecto que sosiega los malos momentos y refuerza aquéllos más dulces. A pesar de su salida poco amable del Partido, Jorge Verstrynge admite sentirse agradecido a la política. “No hay mayor satisfacción que la de servir a tu pueblo”, confiesa con una mirada sincera. Reconoce que son muchos los que le comentan que podría haber llegado a La Moncloa. Él no está tan seguro, ni se imagina qué podría haber ocurrido con un Presidente que roza el comunismo económico. Quizás tenga razón cuando afirma que habría durado poco tiempo con vida. Verstrynge sólo se disculpa por no haber ayudado a hacer de este país lo que él considera una verdadera democracia: “En España el pueblo no pinta nada, la forma de Estado no es sometible a referéndum y lo que es sometible tampoco importa, porque no son vinculantes”. Nadie calla al viejo guerrero.

Hoy en día, Jorge Verstrynge, que dice votar a Izquierda Unida, dedica gran parte de su tiempo a la docencia, en la misma facultad donde una vez fue alumno. Confiesa enriquecerse, nutrirse, de los jóvenes que acuden a sus clases, de esas mentes inquietas e ingenuas que sueñan con cambiar el mundo. Y se lamenta por ellos, por la generación de españoles mejor preparados de la historia, a los que atisba un futuro desesperanzador: “Los jóvenes de ahora van a vivir mucho peor que mis coetáneos”. A Verstrynge le preocupa la crisis, pronostica años de caída en picado, pero ahora son otros los que tienen la responsabilidad de arreglarlo.

Profesor, ¿se arrepiente del algo en la vida?

Pues claro, de miles de cosas. Cuando caminas aprendes cosas, si no sería un imbécil. Yo, de lo que más me arrepiento, es de no haber podido nacionalizar la banca, las carreteras, las grandes superficies y la industria, pero ya sabe, como bien dice mi mujer, me hubieran matado –ríe con picardía-.

viernes, 19 de marzo de 2010

El piano

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Una cascada de dedos vuelven a acariciar las teclas. El reflejo del espejo en el techo es inapelable, tu estilo inconfundible. Cuando tocas el piano me recuerdas a cuando me sermoneabas: Barbilla alta, gesto estirado, mirada fija y nariz en punta hacia ninguna parte. Una neblina nostálgica se insinúa entre los recuerdos de esta estancia, que ahora, como cada vez que te invoco, se vuelven reales.

Una vez más, te sientas a mi lado. Colocas tus manos sobre las mías y dejamos que el sonido se adueñe de este instante. En cada nota desnudamos nuestras almas y nos descubrimos ante un auditorio imaginario. Nos sentimos fuertes y dichosos, cómplices de estos encuentros impenetrables.

Una porción de felicidad y otra de llanto componen este frenesí de sensaciones. Remolinos de sentimientos que se entremezclan con el ir y venir de este compás. Virtuosismo en las yemas, en los dedos, en las manos, y un aroma ardiente a whisky supuran nuestras heridas. Sostenemos la negra al aire más que nunca y atornillamos cada acorde como si fuese el último. La música nos acompaña, nos acompañará siempre, y este piano, majestuoso y señorial, será nuestro único confidente.

Terminas en la nota eterna, deslizas las mangas de tu mejor traje, te colocas el sombrero y enfilas el baile de mesas de la sala. Ni una mirada, ni una palabra. Indómito y rebelde desapareces por el mismo camino por donde has venido. Te alejas con tu singular andar, con los hombros encorvados y la cabeza gacha. Y con esa eterna sonrisa, porque, sólo tú y yo, sabemos que esta nueva despedida volverá a ser un nuevo reencuentro.

sábado, 13 de marzo de 2010

El complejo de los hablantes del sur

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Nadie puede negar que el andaluz -y por extensión, el murciano, extremeño y canario- hayan sido considerados, casi desde los mismos inicios del castellano, y desgraciadamente aún, en la actualidad, como sinónimo del habla vulgar. Se ha estigmatizado la idea de que los andaluces hacen un mal uso del español, provocando que muchos hablantes modifiquen su forma habitual de hablar para parecer más cultos, sobre todo si salen de Andalucía para trasladarse a otras ciudades del país. Y es que, quién no ha oído alguna vez comentarios del tipo; “qué andaluz habla X, casi ni se le entiende” o “habla muy andaluz”, queriendo decir que habla mal o chistoso.

Echando un rápido vistazo a libros de textos, medios de comunicación y hasta escritos de prestigiosos lingüistas, no es de extrañar que los hablantes del sur de España se sientan acomplejados de su acento, viendo sus enriquecedoras singularidades dialectales como sinónimo de incultura y atraso. Además, si a esto sumamos que precisamente estas regiones tienen un atraso económico evidente frente al centro, norte y este del país, vemos así, la facilidad con que se pueden propagar estos tópicos tan dañinos para estas sociedades. Y es que, al final, el predominio y prestigio de una u otra lengua (o dialecto) siempre responde a cuestiones extralingüísticas, como el potencial económico, militar o político. Explicando así, el por qué unos dialectos se superponen socialmente sobre otros.

Es difícil de entender que el seseo haya sido considerado en España un vulgarismo, que vulgar haya sido aspirar las s y pronunciar la j de manera suave, que vulgares han sido tantos otros rasgos fonéticos y léxicos que compartimos andaluces, canarios y americanos. Pero, lo cierto, es que ésta ha sido la realidad vivida durante siglos. En 1492 cuando Nebrija, sevillano, publicó la primera Gramática de la Lengua Castellana, Juan de Valdés, defensor de la norma toledana, consideró poco menos que ofensivo que un andaluz, "con su manera viciada de hablar, osara emprender tan ardua y digna tarea".

El vigor y la variedad del español americano está haciendo posible que algo empiece a cambiar. Pero aún queda mucho por hacer. Y un buen campo donde empezar son los medios de comunicación. Unos medios que han servido tradicionalmente en España para discriminar a los hablantes de las regiones más deprimidas, alejadas de los centros de poder. Todavía hoy en el Libro de estilo de TVE (1993), el ente público nacional español, se dice cuando se hace referencia al seseo:”Sólo se utiliza en Andalucía, Canarias e Hispanoamérica”. ¿Sólo? Es como si dijésemos que sólo el 90 % de los surafricanos son negros. Hay más ejemplos. En el libro de estilo de Telemadrid (1993), la televisión pública de la capital, se dice lo siguiente también con respecto al seseo: «Su uso se produce por incuria o incumplimiento». Dando a entender que la amplísima mayoría de hablantes del español son unos vagos o unos ignorantes, o ambas cosas. Y no nos olvidemos de uno de los personajes más populares de cualquier serie de televisión española que se precie: la “chacha”, señora que procede de Andalucía (como si no hubieran más regiones en España) y que suele ser “graciosilla”, “mal hablada” y, en la mayoría de los casos, analfabeta.

Sin duda, lo más difícil de lograr es que los hablantes afectados se quiten el velo del complejo y se sientan orgullosos y seguros de mostrarse en su lengua. Una de las posibles soluciones, pasa por tener unos sólidos conocimientos gramaticales del español y de las particularidades de su región, y esta enseñanza corresponde, sobre todo, a los maestros y profesores. También es importante que los medios de comunicación y los personajes públicos de cada región, no abandonen su acento cuando hablan fuera de su comunidad. Esta cuestión es fundamental porque ellos son el reflejo de la sociedad y deben, están obligados, a marcar el camino al resto de ciudadanos. No se puede permitir que un canal autonómico público, como Canal Sur, que debe representar a los andaluces y proteger sus endemismos, se atreva a hacerse pasar por garante “del estilo del habla andaluz culto, correcto y formal que sea referencia de buen uso idiomático para los andaluces”, según se lee al comienzo de su libro de estilo. Mientras que luego, cuando continúas la lectura, te encuentras con incoherencias tales como: “De lo que se trata es de hablar el español estándar, un concepto ideal de lengua que debemos perseguir en todo momento sea cual sea nuestro acento y sea cual sea nuestra procedencia”. Eso sí, “bien es cierto que en ocasiones es recomendable hacer algún acercamiento cómplice a la audiencia, tanto en el terreno fonético como en el léxico, pero serán las excepciones que confirmen esta regla”. ¡Qué contradicción!

lunes, 8 de marzo de 2010

¿Una marcha a favor de la vida?

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Deben ser pocos los españoles sensatos que no han sentido estupor al ver este domingo las imágenes de niños portando carteles con mensajes tales como “tenemos derecho a vivir”, “mamita, no me mates” o “protege mi vida”. Esta mañana me encontraba con la resaca propia tras varios días de jaquecas y, al ver aquella estampa, me pregunté horrorizada de qué trataría aquella manifestación, qué vidas peligraban, y sobre todo, quién querría hacer daño a esos bebés. Adentrándome un poco más en la marcha, creí obtener respuestas, algunas confusas, que pregonaban “Zapatero dimisión”, y otras más explícitas como “Zapatero asesino”. ¿Sería Zapatero quien quería matar a esos críos? ¿Se había convertido el presidente español en un infanticida? Tras instantes de desconcierto, entro en pánico, una tal Isabel San Sebastián, dice que protestan contra la aprobación de la nueva ley socialista de despenalización del aborto porque "con la nueva ley se va a obligar a miles de mujeres a abortar". ¡Qué horror! Mayor Oreja insiste: “Ésta no es una ley progresista, es una ley propia de bolcheviques y de un estado totalitario”. ¿¿¿Blocheviques, totalitarismo, infanticidios???

Por fin suspiro. Una gran suspiro de tranquilad y sosiego. Sólo se ha aprobado una ley en el Parlamento. No ha habido ningún golpe de estado, ni hay soviets cortando cabezas por las calles. Leo el texto legal, no logro encontrar ningún apartado donde las mujeres se vean obligadas a abortar. Serenidad chicas, podremos tener hijos. Lo único que veo en claro es que ahora una mujer no podrá ser condenada de seis meses a un año de prisión por interrumpir un embarazo no deseado, o que la sanidad pública deberá garantizar y financiar la práctica del aborto, para evitar así la discriminación de aquellas ciudadanas con menos recursos (actualmente menos del 3% de los abortos se practican en centros públicos). Por lo tanto, parece que esta nueva ley no limita las alternativas de las mujeres, si no todo lo contrario, les proporciona las libertades necesarias para ser dueñas de sus propias vidas. Libertad, ¡Qué bien suena!

Las más de cuarenta asociaciones que organizan estas protestas califican el aborto como asesinato y a aquellos que lo practican, como asesinos. Lo cierto es que la práctica del aborto está permitida y liberalizada en multitud de países como Estados Unidos, Francia, Italia, Portugal, Japón o China, naciones donde el asesinato está prohibido, incluso castigado con pena de muerte. ¿Será que todos ellos caen en la contradicción de prohibir y permitir al mismo tiempo el asesinato, o será más bien que el aborto no tiene nada que ver con esta práctica delictiva? De hecho, el único motivo para prohibir el aborto parece ser el fundamentalismo religioso, porque ninguna otra razón moral, médica o política avala tal postura. Un dato relevante es que donde la Iglesia Católica (o el islamismo) no es dominante, el aborto está permitido y completamente despenalizado, al menos durante las primeras semanas.


Dice Rajoy que el aborto divide a los españoles. No es cierto, ocho de cada diez españoles apoyan el derecho a decidir de las mujeres en las primeras semanas de gestación, y más de un 79 % apoya la susodicha ley. Aún así, el PP, creyendo su propia propaganda sobre el número de manifestantes, ha decidido ser honesto con sus principios, anunciando la derogación de esta ley si ganan las próximas elecciones.

Para finalizar, sólo apostillar que, ante la demostración de fervor de este domingo con alegres monjas grabando la fiesta, familias arquetípicas mostrando su ser perfecto y políticos populares dando lecciones de moralidad, sólo cabe preguntarse dónde estaba toda esta gente en pasadas manifestaciones contra la pobreza y el hambre, o en aquellas marchas que exigían el derecho a una vivienda digna. Y es que acaso, ¿no estamos todos a favor de la vida?

domingo, 7 de marzo de 2010

El chollo de las banderas de conveniencia

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Aristóteles Onassis fue un precursor de los negocios, un revolucionario del lucro, el único capaz de imponer la lógica griega en el atolondrado mundo de la industria naviera. Y sólo así consiguió pasar de ser un chico cualquiera a uno de los hombres más ricos del siglo XX. Fue al magnate griego a quien se le ocurrió la genial idea de ondear sus barcos bajo banderas de países con legislaciones fiscales y laborales que, digamos, eran más que condescendientes con los armadores, a la par que inseguras y lastimosas para los trabajadores. Onassis marcó tendencia. Actualmente, más del 51 % del transporte marítimo mundial es realizado por buques con bandera de conveniencia. O lo que es lo mismo, más de 650.000 marineros en todo el mundo trabajan sin el cobijo de unas instituciones públicas que salvaguarden sus derechos.

Desde hace seis meses, el Puerto de La Luz de Las Palmas de Gran Canaria se ha convertido en testigo incómodo de esta problemática. Tres barcos con bandera panameña se encuentran varados en el muelle Reina Sofía por dejación de sus armadores. Son sólo tres barcos más que se unen al cementerio flotante del puerto capitalino,donde reposan los cuerpos de más de 60 navíos. Sin embargo, el Paxis, el Atlantic Star y el Iballa G tienen una pequeña diferencia, en su interior, más de 60 hombres sobreviven sin provisiones, combustible, agua potable, ni luz a bordo. Son trabajadores asiáticos, africanos y cubanos que llevan meses de sueldos atrasados, sin recursos para subsistir.

Las autoridades españolas declaran estar atadas de pies y manos. Aunque uno de los armadores sea español (los otros, europeos), los barcos ondean bajo bandera panameña y su tripulación es extranjera, así que se supone que son otros los que deben actuar. Pero, ¿quiénes? La respuesta es complicada. Podríamos pensar que Panamá, un país que con algo más de 3 millones de habitantes registra el 23% de la flota mundial. Panamá lidera junto a Liberia una lista de alrededor 15 países que poseen una legislación laboral y fiscal caracterizada por los vacíos legales y las deficiencias normativas. Forman parte de lo que se conoce como países con pabellón de conveniencia, un paraíso para los ambiciosos empresarios que consiguen evitar la normativa laboral de sus países de origen (a menudo europeos),y disminuir costes gracias al pago de bajos salarios, eternas jornadas laborales y ahorro de medidas de seguridad y sanitarias. Estos armadores, bastante meticulosos, eso sí, también se encargan de buscar trabajadores extranjeros, a ser posible africanos e indonesios, de esos que trabajan mucho y protestan poco.

Me gustaría saber qué pasa por la cabeza de esos marineros cuando llegan a puertos europeos buscando ayuda y sólo reciben miradas de compasión y gestos de condolencia, para luego darles la espalda. Son ellos, trabajadores empobrecidos y analfabetos, los que deben buscarse la vida en denunciar judicialmente a esos empresarios que, con la ley en la mano, han podido dejarles en una miseria aún mayor de la que tenían antes de embarcar en esos navíos, convertidos en paraísos invisibles de la esclavitud. Me pregunto por qué la Unión Europea, que se proclama estandarte en la defensa de los derechos humanos, no se fija un poco más en lo que pasa en casa y controla a sus empresarios, líderes mundiales en cuanto al uso de banderas de conveniencia. Algo tan simple como un nexo genuino entre la bandera enarbolada por un buque y la nacionalidad de sus propietarios podría hacer que estas historias dramáticas desaparecieran.

 

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